Los nacionales, que estaban dominando la guerra y veían cada vez más cerca la victoria, recompusieron la Real Federación Española de Fútbol, y empezaron las gestiones para que la FIFA la reconociese como representante del fútbol español. La siguiente competición oficial en la que participó fue, de nuevo, en el Campeonato de Madrid, aunque con las mismas condiciones que antes: en caso de quedar campeón, no podría disputar la Copa de España.