Tanto fue así que dos minutos después de la reanudación cayó el primer tanto. Por tal motivo, la necesidad de contar con un campo de juego que albergara a miles de personas se tornó en algo imprescindible. Según Pablo Ramírez, autor de «Historia del Profesionalismo», «fue ésta una inmoralidad más en la larga serie de hechos vergonzosos que contiene la historia del fútbol argentino».